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Las Brujas de la Macarena

 


 

Cuando era pequeña, alrededor de seis o siete años, recuerdo que cada día, al llegar las cinco de la tarde, mi papá regresaba del trabajo. Después de descansar un poco, salíamos juntos a poner gasolina al auto.


En esos paseos, solíamos visitar a la familia, pero uno de mis recorridos favoritos era la visita a la casa de mi abuelo materno. Cada vez que llegábamos, yo salía con él a la tienda a comprar diabolines y una Kola, o también dábamos una vuelta a la manzana y subíamos al cerro de la Macarena o al de las Tres Cruces, un mirador de la ciudad.


Sin embargo, un día, mientras estábamos allí, el sol empezó a ocultarse y el cielo se tornó oscuro. Cuando quise subir al cerro, mi abuelito me detuvo y me dijo: “Ya no se puede, mi niña. A esta hora no es seguro subir”. Con voz grave, continuó: “Una vez llegada la noche, las brujas comienzan a reunirse allí. Cuentan que al llegar la medianoche, salen a volar por el pueblo, y algunas pueden transformarse en animales. La más famosa es una que se convierte en marrano”.


Mi curiosidad se disparó mientras escuchaba su relato, y él prosiguió: “Años atrás, alrededor de 1610, durante la época de la Inquisición, las brujas solían realizar sus reuniones en el mismo lugar donde hoy se construyó el aeropuerto de La Perla de la Sabana, que le llamamos ‘Las Brujas’. 


Desde entonces, cada vez que miraba hacia el cerro de la Macarena, una mezcla de miedo y emoción me invadía. 

Esa noche, mientras regresábamos a casa, apunté al oscuro horizonte y sonreí, sabiendo que en mi corazón llevaría siempre las historias de mi abuelo y el misterio de las brujas. 

 

Hoy en día no sé si estas leyendas siguen contándose, pero estoy segura de que las brujas continúan volando.

 

"En memoria de mi abuelo materno" José Hilario.

 

 


El Renegado

 

 


 

Cuando viajaba de Barranquilla a la Perla de la sabanas", no deje de recordar aquel sueño, en el que paseaba por el centro de la hermosa villa natal: … 

Caminaba por un costado de la plaza principal, por el andén que va al frente de la iglesia. 

Al llegar a la esquina, donde estuvo el toril de las fiestas decembrinas, fui atacado con piedras que salían de una torre cilíndrica, una atalaya medieval, que se encontraba entre el parque y la plaza. Caían muchas piedras y, se regaban por la calle, lo que no me permitió llegar hasta el atrio del templo parroquial. 

Una de esas piedras lanzadas, pasó muy cerca de mí, sintiendo el vaho y el zumbido de la misma. 

 


Al despertar de aquel sueño, lo anoté en una libreta para no olvidarlo; las noches siguientes le pedí al Señor Dios de los espíritus, que enviara a mí, el espíritu de los sueños y, me aclarará aquel ataque con piedras. 

Al séptimo día recibí la explicación solicitada del sueño:… Las piedras son las palabras hirientes que desde esta torre lanza Efraín Cabal, quien se encuentra atrincherado en ella. Tirso el pato fino, llama a este renegado personaje, el filósofo del parque por su condición de argumentador incontrovertido. 

 



Con una vida estrambótica y enrevesada, con un léxico arbitrario en sus elocuentes exposiciones, provocando sonrisas burlonas de sus espectadores. 

En sus enmarañadas cavilaciones cerebrales, incursionaba en terrenos científicos, que con su misterioso vocabulario y, el énfasis apasionado, daba al traste con cualquier hallazgo, ajeno a su parecer. 

Con vehemente deseo de superación, el renegado se dedicó con todas sus facultades mentales, a leer complicados volúmenes doctrinarios. 

Formándose un indescifrable sistema filosófico, exclusivo y personal. Diciendo ser un libre pensador autónomo. 

Esperando siempre ser aclamado por las multitudes y su nombre voceado por todo el mundo, a pesar de sus trajes humildes y, con cara de hambre, por ser un auténtico hijo del pueblo. Siempre "renegaba" disgustado con la sociedad, la cual él quería encarrilar de su extraviado comportamiento, encontrando discípulos que le escuchaban y muchas veces los reunía en su cuchitril, a guisa de un grupo literario, para discutir asuntos intelectuales.

Esto y su enconado odio a los políticos no dejó de ocasionarle algunos inconvenientes con las autoridades locales. 

A lo que él arremetía con furia mostrándolos como sanguijuelas del erario público. Hoy el Renegado ha viajado a la terra ignota de donde nadie ha regresado. 

 

Autor Invitado: Ignatiev
(Relatos desde el 2005)

 

Imágenes de libre regalías Freepik


“El último vástago"

 



 

 

“El hijo número catorce que nació en un día doblemente especial”

 
 
El 11 de junio de 1942, mientras el viejo Ignacio como llamaban a papá abuelo. Celebraba su cumpleaños, la familia Abad Vergara se preparaba sin saberlo para una ocasión aún más memorable. 

El día de su cumpleaños 11 de junio de 1942, su esposa Francelina le llegaron los dolores de parto y, buscaron al doctor Licho, renombrado médico partero; así llamaban a los profesionales ginecólogos. 

El doctor Licho, viendo que eran más de las 11 de la noche, le informó a las hijas mayores y al viejo  Ignacio, que habría que practicar una cesárea, allí mismo en la casa y, se dedicaron con las precauciones  reglamentarias, como el agua hervida, pañales, alcohol y, muchas otras prevenciones. 

Al fin pasadas las 12 de la noche, llegó el llanto de un hermoso varón y Fue entonces cuando el viejo Ignacio, dijo que a este vástago le pondré mi nombre, siempre evitó poner su nombre a sus hijos varones, decidió romper su promesa y bautizar al recién nacido como Juan Ignacio Abad Vergara, Los dos nombres y los dos apellidos, iguales.

Su decimocuarto hijo, pero el undécimo en vivir, pues tres habían fallecido por enfermedades de la época.
 

A este su décimo cuarto descendiente; ocuparía el puesto 11,debido a que ya habían muerto por enfermedades de la época 3 hijos, dos  varones y una hembra a quien habían llamado Soledad. De allí que la próxima niña al nacer la bautizaron con el nombre de Soledad Abdegunda en honor a una santa princesa de Alemania.

Soledad Abdegunda o Soledad Segunda dio origen a que hoy se le llame Gunda.

Las Brujas de la Macarena

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