Se está apagando la luz…
la que me iluminó desde que aprendí a mirar,
la que me sostuvo la mano con firmeza
y me enseñó a caminar sin miedo.
Esa luz que llamé papá.
Sabía que este día vendría,
lo dicen los años, lo dicen los cuerpos cansados…
pero el alma nunca está lista
para ver apagarse un sol tan amado.
Cada vez que respiro,
cada vez que tiemblo por dentro,
siento el eco de tus pasos tras los míos,
y entiendo que todo lo que soy
lleva tu nombre escondido en silencio.
Hoy te veo luchar en la frontera del dolor,
te veo callar con la mirada,
te veo entregarte con dignidad,
y aún así, me das lecciones de esperanza,
como si el amor no conociera final.
Miro al cielo, papá…
porque tú me enseñaste que arriba
también hay camino, también hay luz,
y que Dios tiene el control,
aunque nuestros corazones estén rotos.
Así que aunque duele,
aunque mis lágrimas no se secan,
voy a abrazarte con cada palabra,
voy a honrar tu vida con la mía,
y cuando llegue el silencio…
te llevaré conmigo,
como la luz eterna
que nunca dejó de guiarme.
Cuánto amor en estas palbras
ResponderBorrar"No hay palabras suficientes para describir lo que siento.
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